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De tal manera, por eso, tocamos temas profundos, que sabemos que te puedes identificar. Nos pasa a todos, es parte de la vida diaria, y las adversidades del mundo exterior.
Hoy hablaremos del estrés y cómo puede afectar y manifestarse en la piel.
El estrés es una condición humana común y todos lo experimentan en algún momento de sus vidas. Y si bien puedes pensar que estar estresada es únicamente un estado mental, eso no es cierto: el estrés puede afectar todo tu cuerpo, incluida la salud de tu cabello, piel y uñas.
Por eso, conoceremos el impacto que tiene el estrés en la salud y la apariencia de tu piel.
Empecemos por conocer la conexión que tiene el estrés no solo en la piel, sino como empezando por la mente puede afectar la apariencia de la piel.
Tu cuerpo responde a los cambios en tu estado psicológico; condiciones como el estrés, la depresión y la ansiedad pueden causar que se desarrollen nuevos problemas en la piel o que broten problemas en la piel existentes. Cuando te sientes estresada, tu sistema nervioso simpático libera hormonas del estrés como el cortisol y la adrenalina en tu cuerpo. El cortisol provoca una mayor producción de aceite en las glándulas de la piel, lo que puede provocar la obstrucción de los poros y brotes de acné. El estrés crónico conduce a un aumento constante de los niveles de estas hormonas y puede tener un efecto negativo en la salud de la piel.
Además, las condiciones psicológicas provocan un aumento de la inflamación interna. Cuando su cuerpo percibe una amenaza, el sistema inmunitario envía una respuesta para manejarla: esa respuesta es la inflamación. Por lo general, la inflamación ayuda a proteger y curar nuestros cuerpos de microbios y heridas, pero un cuerpo bajo estrés hace que el sistema inmunológico reaccione de forma exagerada y envíe una respuesta inflamatoria.
El estrés también puede causar inflamación a través de la conexión entre el intestino y la piel. El estrés afecta el equilibrio de las bacterias en el intestino, lo que conduce a la liberación de la inflamación. La inflamación interna puede manifestarse externamente como afecciones de la piel como acné o brotes de eczema y psoriasis. Las personas con afecciones inflamatorias crónicas de la piel, como eccema, psoriasis y rosácea, son más sensibles a los brotes cuando están estresadas.
Hay muchas formas en que el estrés afecta físicamente a su piel:
La hormona del estrés cortisol conduce a una sobreproducción de sebo (aceite) en las glándulas de la piel, lo que provoca brotes de acné.
El estrés afecta su sistema inmunológico, hace que su piel sea más reactiva y sensible y desencadena erupciones, urticaria y enrojecimiento.
El estrés exacerba las afecciones inflamatorias de la piel existentes, como el eccema, la psoriasis y la rosácea, lo que provoca brotes.
El estrés puede hacer que se sienta nervioso o ansioso, y rascarse las costras o el acné, o rascarse la piel hasta que se enrojezca o se quiebre.
Consejos para mantener su piel (y tu mente) libre de estrés
Hay muchos pasos que puedes tomar para aliviar los efectos del estrés en tu piel.
Mantén una buena rutina de cuidado de la piel todos los días, incluso en los días en que se sienta demasiado cansada o ansiosa. Si estar estresado te hace sentir cansado, es posible que no quieras quitarte el maquillaje y lavarte la cara antes de acostarte. Pero trata de seguir con tu rutina de todos modos, porque el descuido podría empeorar los problemas de tu piel.
Haz ejercicio regularmente. El ejercicio libera hormonas para sentirse bien que mejorarán su energía, estado de ánimo y perspectiva.
Come una dieta sana y equilibrada con alimentos integrales y muchas frutas y verduras frescas. Los alimentos procesados y cargados de azúcar provocan más inflamación dentro de su cuerpo.
Duerme lo suficiente. Dormir te da a tu cuerpo el tiempo que necesitas para descansar y sanar, y un buen sueño mejora tu estado de ánimo, tus niveles de energía y tu cognición.
Toma tiempo para ti mismo. Encuentra el tiempo para participar en una actividad relajante y revitalizante que te haga feliz: lee un libro, toma un baño tibio, recibe un masaje, escucha música, medita o practica yoga y ejercicios de respiración profunda.